La procesionaria del pino es un tipo de oruga que podemos encontrar en zonas con abundancia de pinos, algo muy común en buena parte de España. Este insecto se caracteriza por apiñarse durante el invierno en bolsones que penden de las ramas de los pinos y que descienden al suelo en hilera o procesión cuando se acerca el calor para buscar un lugar en el que encerrarse y empezar su metamorfosis hacia su fin como polilla.
Este es el momento más peligroso para las personas que pasean con perros y niños ya que los pelitos de la procesionaria del pino son tóxicos y dañinos al contacto y, en el caso de los perros, puede llegar a causar necrosis e incluso la muerte si entran en contacto con la boca o la ingieren.
Asimismo, con el calentamiento global, ese descenso que antes sucedía entre abril y mayor empieza a darse antes, llegando a adelantarse hasta finales del mes de febrero.
Si tu perro, curioseando, entra en contacto o ingiere una procesionaria del pino, puede desarrollar diferentes síntomas a causa de la intoxicación por los pelitos:
-Irritación facial en la trufa al olfatear las orugas.
-Irritación en las patas y zonas que han tenido contacto con la oruga.
-Irritación ocular si entra algún pelito de la procesionaria.
-Daños en la lengua que pueden ser leves o verdaderamente graves.
-Dificultad para respirar y/o shock anafiláctico.
Dicho esto, el síntoma más común cuando los perros entran en contacto con la procesionaria del pino se da en la lengua con inflamación, ulceración y erosión de la misma que puede desembocar en la necrosis del tejido con su consecuente pérdida parcial o total.
Por otra parte, entre la sintomatología que aparece tras el contacto con esta oruga está la hipersalivación, el decaimiento y la hipertermia, por lo que hay que estar muy vigilantes ante la aparición de estos síntomas si solemos pasear por zonas con pinos durante los meses clave.
El contacto con una oruga procesionaria SIEMPRE ES UNA URGENCIA. Salvar su vida o minimizar las secuelas del contacto depende de la rapidez en la actuación para reducir el efecto de la picadura. Hay que acudir de inmediato a tu veterinario de confianza a un centro de urgencias 24 horas para que comiencen con el tratamiento lo antes posible.
El veterinario decidirá qué es lo mejor dependiendo del caso pero se suelen aplicar corticoides, antihistamínicos, protectores gástricos o antibioterapia y en los casos en los que se ha ingerido la oruga puede que se necesite realizar una intubación o traqueotomía si en perro no puede respirar al inflamarse la faringe.
Si bien es cierto que es importante acudir rápidamente al veterinario, hay ciertas cosas que podemos hacer mientras llegamos para minimizar el daño causado por las toxinas de lo pelitos de la procesionaria del pino:
-Lo primero es alejar al perro de la zona en la que se encontró con la oruga.
-Con cuidado y, a poder ser con guantes, hay que retirar cualquier resto de oruga, pelitos o secreciones que aún estén en contacto con el animal.
-Si se tiene agua templada al alcance es bueno lavar la zona afectada con esta temperatura, ya que ayuda a reducir un poco el efecto de la toxina, ya que esa temperatura ligeramente elevada la desnaturaliza.
-Durante la retirada y el lavado hay que tener mucho cuidado con no frotar, ya que los pelillos se pueden clavar todavía más en el tejido y, si se parten, aún se liberan más toxinas.
La mejor prevención para evitar el contacto es evitar por completo la oruga procesionaria. Para ello es esencial no pasear por zonas con pinos entre finales de invierno y durante la primavera y si vemos una hilera de procesionaria, evitar que se acerque el perro. Es esencial llevar siempre atado el perro durante esa época si no se puede evitar el paseo por zonas con coníferas.
Por otra parte, si observamos nidos de procesionaria del pino en los árboles dentro de entornos urbanos hay que llamar al ayuntamiento para avisarles y que pasen a retirar los nidos. Esto es peligroso para perros y niños por lo que es importante avisar.
Si se tienen coníferas en el propio jardín también hay que podar los nidos o fumigarlos, especialmente en otoño que es cuando se producen.
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