Sabemos que cada perro es único, con su personalidad, preferencias y rechazos. El agua puede ser para algunos de ellos una fuente de diversión y para otros, en cambio, una tortura.
Esto no sería un problema si el contacto con el agua fuera algo innecesario o irrelevante, pero no es así, y algunos perros sufren mucho cuando sus cuidadores tienen que bañarlos, algo que queremos evitar en todo lo posible.
En primer lugar, tendríamos que preguntarnos de dónde viene el miedo al agua en nuestros perros. Normalmente se encuentra en una de estas dos causas:
También puede ser que, por sus propias características morfológicas, unos perros tengan más dificultades para nadar ⎯como el bulldog francés⎯ y otros sean unos expertos de forma innata ⎯como el labrador retriever⎯.
Sea como sea, una vez sabemos o intuimos cuál es el origen del miedo de tu perro al agua, podremos empezar a solucionarlo.
Cuando son cachorros (antes de que cumplan el año) es esencial que se expongan a todos los estímulos posibles de forma positiva, ya sean personas, otros animales o ambientes, en este caso el agua, porque es el momento en el que están aprendiendo. Por ello, lo ideal es que vean que no tienen nada que temer en el agua y que lo asocien a momentos agradables, ya sea en la bañera, en un lago o en la playa.
Te recomendamos que las primeras veces que tu perro se acerque al agua sea en un momento de tranquilidad, sin demasiados estímulos, por ejemplo, en la bañera con poca agua o en una palangana. Entonces, lo que tendrás que hacer será que te vea tocando el agua o metiéndote en ella y animarlo a que te siga con la voz, juguetes o premios, y cuando lo haga, felicitarlo.
Lo más importante aquí es no apresurarte y hacer sesiones cortas, y que poco a poco vayas sumando estímulos, dejando la playa al final del recorrido porque allí se juntará el hecho de que habrá más personas que le pueden distraer y necesitarás haber practicado la obediencia a la llamada, y también el ruido y el movimiento de las olas, que puede causarle más respeto.
Si tu perro ya es un adulto que no ha tenido este proceso de socialización con el agua, lo has adoptado ya de adulto y no sabes si ha sufrido algún trauma, o se trata de un cachorro muy miedoso, los pasos a seguir son los mismos que los señalados anteriormente, aunque probablemente necesitará una progresión más lenta y en ocasiones, el proceso no será lineal, sino que tendrás que volver unos pasos atrás y reforzar el ambiente positivo en aquellos espacios donde el perro se sienta seguro porque al final todos los miedos tienen la misma base: la inseguridad.
Por ejemplo, si tu perro se siente cómodo en la bañera pero no en una poza, tendrás que averiguar qué le hace sentir inseguro: ¿puede salir bien? ¿es muy profunda? ¿tiene algún lugar en el que pueda tocar tierra o directamente se hunde?
Después, trata de jugar con él en una zona cercana al agua sin riesgos de que pueda caer en ella, y poco a poco intentar que se adentre en el agua en un lugar seguro lanzándole un juguete para que lo recoja, o incluso algún bocadito. Si en un momento dado, parece que vuelva a tener miedo, lo dicho, tendrás que volver a un punto anterior y repetirlo. Verás que, con estos juegos en sesiones cortas y agradables para el animal, irá perdiendo el miedo a bañarse.
Habrá casos en los que los pasos citados no tendrán el efecto deseado y el perro continuará teniendo miedo o incluso fobia al agua. En estos casos extremos lo mejor es que contactes con un profesional de la etología y adiestramiento canino en positivo y trabajar siguiendo sus pautas.
A modo de resumen:
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